Invierno, eterno y amado invierno [PRIV. BELARÚS]

Seguía un poco aturdida por la idea. Pero decidí esforzarme en aparentar de nuevo mi expresión habitual, sin demasiado éxito.
-O-Oh...No tengo mucha hambre, gracias. Nii~sama..
Respondí, un tanto adormilada de nuevo pero más nerviosa que otra cosa.
-Si quieres te ayudo a preparar...
Me ofrecí, levantándome del sofá.

Pero al levantarme, tras todo este rato sentada y sintiendo tantas emociones distintas; y algunas bastante intensas...
Dejé de ver por unos instantes y me tambaleé, llevándome una mano a los ojos.
-Agh..L-Lo siento Nii~sama... Últimamente tengo la tensión algo baja..
Admití. Pero supuse que eran los nevios. Tampoco iba a estár enferma o algo así.
¡Demasiadas emociones juntas!

Spoiler:

- ¡Ah, neesan! - exclamó el ruso, un tanto asustado, cogiendo a la chica para evitar que se cayese. - ¿Seguro que estás bien, da? ¿Quieres que llame a un médico? - dijo, mientras hacía una mueca preocupada, un tanto infantil. Le acarició el cabello de nuevo, dulcemente. - Tranquila, hermana, ya preparo yo la cena. Aunque sea poco, debes comer algo, da~ - continuó Ivan. - ¿Por qué no te acuestas en la cama? Yo te traeré la cena allí. - propuso. Pero más bien, era una obligación de hermano mayor. Llevó a Belarus a su cama, quitó el cacharro para calentar las sábanas después de comprobar que ya estaban suficientemente cálidas, deshizo y sentó a su hermana en la cama.
-Puedes acostarte, da~. Yo ahora vuelvo, voy a preparar la cena, solo me llevará unos minutos. - dijo, mientras sonreía y se iba de la sala hasta la cocina, a cocinar la sopa.

Un poco aturdida me dejé llevar por él hasta la cama. Después se fue a la cocina...
Me quedé mirando durante unos segundo a la puerta donde, hace tan solo unos segundos; estaba mi Nii~sama....
Me desabroché los zapatos y deánsolo a un lado de la cama me tumbe boca arriba, entrelazándo los dedos de mis manos unos con otros sobre mi vientre.
Observé el techo varios minutos...
-Sí que se preocupa por mí...
susurré, hablándo sola.

Una suave sonrisa decoró mi rostro, y los ojos se me anegaron en lagrimas.
Estaba contenta. Aún que la cabeza me diera vueltas por los nervios. Estaba contenta.
Cerré los ojos con una expresión de terminal felicidad. Y unas finas y limpias lágrimas resbalaron por mi rostro hasta perderse en mi cabello.
Qué feliz era cerca de él....

El ruso llegó, con una bandeja con dos platos de calentita sopa en las manos y un par de vasos de agua.
- Neesan, ya estoy aq...- dijo el ruso, viéndose interrumpido cuando vio las lágrimas de su hermana. Dejó la bandejita en la mesita de noche y se acercó a ella. - Bela... ¿estás bien? - dijo, preocupado como antes. Pero se tranquilizó al ver que la pequeña sonreía. Quizás estaba... feliz por el viaje que iban a hacer al día siiguiente. Sería eso, supuso el ruso. Acarició sus largos cabellos de nuevo.
- Neesan, aquí tienes tu sopa, da~. Aunque no tengas hambre, deberías comer un poquito. - afirmó Ivan, mientras le tendía el platito de sopa y el vaso de agua.
Esperó a que su hermana probase la sopa. - ¿Te gusta, da~? - dijo, sonriente.

Cuando los dos comieron la sopa, Ivan le ofreció a la chica una camisa grande, para que le sirviera de pijama.
El ruso cogió su pijama y se fue a cambiarse a otra sala... aun sentía un poco de miedo y respeto por si a su hermana le volvía a coger otro de sus ataques de locura.

Me pobré la camisa que mi Nii~sama me había prestado para esa noche.
Me miré en un espejo. Me quedaba como uno de mis camisones comúnes...Claro, con lo alto que era Nii~sama...Se me veían los hombros y, aúnque subiera las mangas, volvian a caer. Lo mismo con el escote que originalmente no tenía la camisa, ya que era de hombre.
Me reí unos segundos de mi curioso aspecto. Después me quité el lazo de mi flequillo y lo dejé sobre la mesita de al lado de la cama.
Acto seguido me senté en el borde de la cama. Estaba calentita....
Me dejé caes hacie atrás, suspirando y extendiendo los brazos.
Olía a Iván...
Mis piernas desnudas se tambaleaban al ras del suelo. La habitación estaba en penunbras...

Mi pecho subia y baja lentamente, acorde con mi respiración..Entreabrí de nuevo los ojos, girando la cabeza hacia la puerta.
Aguardé a ver la imagen de Iván entrando por ella...

El ruso entró de nuevo en la habitación, con un pijama azul con estampado de girasoles. Cargaba bajo su brazo la ropa que tenía antes puesta, y la dejó en una silla de su habitación, bien doblada.
Dirigió su mirada a su hermana.
- Vaya... neesan. ¡cuanto has crecido, da~! - comentó con sonrisa tierna. Se acababa de dar cuenta, ahora que la chica solo vestía la camiseta del ruso, que le venía enorme.
Ivan se sentó a su lado, mirándola dulcemente, entrecerrando los ojos y acariciándole de nuevo su largo cabello. Se dejó caer un poco, quedando medio tumbado en la cama. Estaba cansado, y pese a la presencia de su hermana, notaba como sus párpados pesaban mucho, y éstos tendían a cerrarse solos. - Neesan, ¿te apetece dormir ya? - dijo, con un hilo de voz. Estaba claro que mañana sería un día agotador para ambos, y necesitaban dormir bien esa noche. Por eso, el ruso cerró la pequeña lámpara de noche, se tumbó y se acomodó entre las sábanas, no sin antes sentir un poco de tensión por compartir una cama con su hermana... y por esa razón, taardó un poco en dormirse.

Noté como a mi Nii~sama le podía el cansancio.
Más yo, era un manojo de nervios.
-Eh? S-sí... Durmamos ya...Nii~sama...
Dije, algo resignada.
Me tumbe a su lado. Algo temblorosa a pesar del calorcito que se sentía.
-Buenas noches, Nii~san...Yo...Yo Te quiero.
Concluí con voz débil, pues últimamente esas palabras despertaban una sensibilidad horrible en mí. Aún así, no paraba de repetirselas. En voz alta y en mi fuero interno.

Hice además de apoyarme en su pecho. Pero me detuve en medio del acto, dudosa.
¿Y si se molestaba? La verdad es que nunca antes había pensado en eso.
Pero....Yo, en mi casa; en Minks...Siempre dormía apoyada sobre un cojín u otra almohada colocada a mi lado.... Y, a veces, en esos suaves minutos de antes de dormirse uno, creía estár abrazando a mi Nii~sama...
Con un suspiró me obligué a rechazar mis dudas y lo abraze con dulzura, descansando mi cabeza en su torso...
No puede evitar pensar de nuevo en esas palabras que me ponían de un sensible estúpido, en mi opinión.
Le quiero.