Viaje a Atenas

Siempre le habían gustado las ruinas griegas y decidió ir a visitarlas, así que cogió su mochila y se fue feliz hacia el país del este de Europa.
Una ves allí estuvo visitando Atenas, hacía mucho que no iba y tenía ganas de dar una vuelta de la ciudad. Misteriosamente la ciudad estaba casi tan llena de gatos como aquella vez que España le contó que una vez con Romano en un restaurante se llenó todo de tortugas.
Rápidamente pensó que Heracles debía andar cerca.
Efectivamente, no tardó mucho en verle, sentado en un banco con muchos gatos (parecía la señora de las palomas de Mary Poppins pero con gatetes xDDDDD)
-¡Heracles! :D ¡He venido a verte~~!
Y fue corriendo hacia donde estaba.

Spoiler:

Estaba cansado de cavar en las ruinas, hoy se había sobrepasado aunque no lo aceptara. Había caminado en busca de algo de comer, pero mientras marchaba se encontraba con un gato nuevo, y luego otro, y otro~. Aquello era muy extraño, se les pegaban atrás y le seguían como si fuera el líder de una manado o algo por el estilo.

Luego de ir por pan (que fue lo que consiguió mas rápido), buscaba donde sentarse y al fin descansar un poco; consiguió el lugar; una pequeña banqueta que le serviría para una chica siesta.

Tomo asiento, alguno que otro gato se fue a “echar patitas” alrededor, otros solo se quedaron ahí; eran muchos~ . Se relajo lo mas que pudo(cosa que no le costo), estaba a punto de dormirse hasta que aquella voz llego a retumbar en sus oídos; Se trataba de Francis, que se aproximaba como siempre animado y con un aura de flores y casi que hacia cantar a los pájaros. El greco solo le vio acercarse, pero en lo que ya estaba un poco cerca se advirtió de la estancia de un gato justo al frente del francés.

-Cuidado con~- musito advirtiendo, pero imposible, el Francés tropezó con el gato para caer de frente. -.-

No había visto al gato, y el golpe fue bastante fuerte. Se revisó todo el cuerpo para comprobar que no había sangre y respiró aliviado. Al alzar la cabeza se encontró con que Grecia le estaba mirando atentamente. Había visto todo y la vergüenza (esa que apenas existe en el francés) hizo que sus mejillas se tiñesen de rojo.

-Esto... eh... jeje... Bonjour... Te andaba buscando...

Se levantó lentamente y se sentó al lado del griego (tranquilo, a una distancia prudente xDDD) No sabía que conversación empezar, así que se limitó a dirigirle una amplia sonrisa

Solo siguió con la mirada la caída del francés, mas tarde desvió la vista hacia el gato para ver si estaba bien; y así era. Volvió a mirar a Francia, tenía intenciones de ayudarle pero como rápidamente este se levanto y sacudió, no vio la necesidad entonces.

-Hola~ ¿a mi? Es extraño…-dijo con aquella voz que solo él articulaba. Miro al rubio sentarse a su lado y sonreír, se encorvo un poco y se le quedo mirando, se pensó lo que diría, como siempre tomándose su tiempo para agregar cualquier cosa, por muy mínima que fuese la acotación o agregado.

-Es un lindo Día para recibir visitas~ -dijo volviendo la mirada a la nada, como siempre de enigmático e ido del planeta. Pero estaba algo contento por la presencia de Francia.

-¿Por qué iba a ser extraño? Solo te conozco a tí por aquí...
Cuando el griego por fin se dispuso a hablar, Francis respiró aliviado porque no había dado tiempo a que se formase ningún silencio incómodo. Cogió un gatito gris que estaba ahí y comenzó a tocarlo con cierto cariño.
-¡Oh si! Hace muy buen tiempo y mucho calor! Me encanta el calor... ¡Au!
El gato le había arañado y había bajado de sus rodillas. Lo miró con cierto odio contenido, pero no lo mostró del todo pues temía que el griego lo echase de allí a patadas. Respiró profundamente y cuando se había calmado sugirió:
-Mm... debe de ser que no se acariciarlos o algo... -(xD)- ¿Y si vamos a comer algo? Tengo un poco de hambre...

No le tomo mucha importancia a la mirada rencorosa de Francis hacia el gato, solo miro y siguió las acciones. Le pareció gracioso que el gato le arañara, pero no demostró alguna expresión que diera a entender tal cosa.

Escucho el comentario del francés acerca del calor, pues… la verdad no sabia que acotar, también le gustaba el calor por que eso significaba retirar sus prendas y quedar al aire libre, a la ves, el frio por que todo mundo buscaba calor ajeno por medio de un abrazo. Omitió la idea de responder y escucho lo siguiente.

¿Comer? T.T seria buena idea, ya que moría de hambre y lo único que había conseguido era un mísero pan. Asentó con la cabeza ante la sugerencia.

-Seria buena idea... Pero~- musito, desviando la mirada de nuevo, su país tenia muchos problemas económicos, y ahora él no contaba con el dinero para ir a comer.

Al oir el "pero" del griego no supo muy bien que quiso decir. Lo pensó unos instantes, pero enseguida cayó en la cuenta de las penurias económicas por las que este pasaba.
-¡¡Invito yo!! ¿vale? ¿Qué te apetece?
Mientras decía esto se levantaba y empezó a hacer el baile de la medusa y cogió la mochila que había traído, pues había estado andando todo el día.
De repente reparó en algo...
-¿Crees que dejarán entrar a tus... amigos en el restaurante al que vayamos?

Solo miro al francés, de modo que invitaba la comida en el restauran. El Greco volvió a asentar con la cabeza. Le era algo vergonzoso, pero era complicado demostrar tal cosa cuando de Heracles se hablaba.

-Gracias Francis...-dirigió al rubio, se levanto un fragmento de segundo después que Francia, entonces bajo la mirada para divisar a los felinos, pensando en....¡lo que dijo Francia!. Miro nuevamente al rubio cuando formulo la interrogante.

-¿Crees que no les dejen entrar?- pregunto mirando incógnito al francés, dramatismo por delante (DX).

Estaba feliz, feliz feliz, asi que Canadá decidió pasear en busca de algo divertido que hacer mientras tarareaba una canción con su osito a cuestas.

- Deja de cantar, me duele la cabeza. - Dijo el oso. Canadá soltó un grito y tiró al oso al suelo para salir corriendo por aquello. Empezó a correr y a correr como un loco con las manos en alto y gritando palabras sin sentido en ningún idioma conocido.

Tras unos minutos a grito pelado, descubrió que seguía teniendo al lado al oso parlanchín, parecía que había corrido durante diez minutos en circulos (no solo lo parecía, es que lo había hecho).

-¿Y tú que miras? - Preguntó el oso. El pobre Canadá, volvió a sorprenderse de aquello, y continuo gritando como un loco y corriendo en circulos.

- Mieeeeeeeeeeeedo. - Gritó Canadá tapandose los ojos para no ver al oso.

Miro de un lado a otro y vio a Francis y Heracles hablando, y... ¡HABÍA GATOS! Tenía que parecer valiente delante de esas criaturas del diablo.
Cogió a su oso y le colocó entre sus brazos.

- No me gustan los gatos. - Dijo Canadá en un susurro a su oso.

- Son suaves. - Comentó el oso. - ¿Y tú quien eres?

Canadá fingió no tener miedo a su oso parlanchín.
- Canadá - Contestó entre cerrando los ojos.

Abrazó a su oso y siguió cantando hasta llegar donde estaban Francis y Heracles hablando.

- Si mataramos a todos los gatos del mundo, yo sería más feliz. Mayor placer al que haga la acción, y menor dolor. Obraré de manera que mis acciones produzcan el mayor placer y el menor dolor posible para mi mismo. - Dijo Canadá a us osito a medida que se acercaba a los otros dos, con tono filosófico epicureista.

- No solo serías tú feliz. - Comentó el oso. - Mayor placer y menor dolor posible para la máxima cantidad de personas posible.

- Ayudaríamos a los alergicos a los gatos, ¡seriamos héroes como America! - Digo Canadá alegremente antes de volver a tararear canciones.

- Cantas mal. - Mascuyó el oso.

Se situó frente a Heracles y Francis y les dedicó una amplia sonrisa.

Desde hacía un rato llevaba escuchando una persona cantando por los alrededores. No sabía describir muy bien su voz... Algo parecido a... Un niño intentando ser tenor... o algo así.
Justo cuando trataba de responder la pregunta de Heracles con otra pregunta se dió cuenta que había alguien frente a ellos. Parpadeó unos segundos y ladeó un poco la cabeza para ver quien era.

Canadá.

-¡¡Matt!! Oh... ¿Qué haces aquí?

De repente el francés se dio cuenta de la situación en la que estaba. Ni Canadá ni Grecia eran personas de las que podías esperar una conversación decente, pero igualmente... Intentaría pasarselo bien ese día, porque ambas naciones le resultaban realmente agradables a pesar de que no hablasen demasiado.

-¿Te vienes a comer con Heracles y conmigo? Invito yo...

Si había escuchado algunos murmuros, pero no le había dado importancia; después de todo estaban en un sitio publico, escuchar voces seria normal~.
Sin embargo, frente a ambos apareció un rubio mas. Canadá; quien les regalaba una sonrisa amplia luego de mostrar un espectáculo, basado en un monologo con su peluche. El Greco, solo miro interrogante al más bajo.

Realmente una conversación seria difícil de establecerse si entre estos dos quedaba el primer paso, ya que ambos eran bastante callados. Sin incautación, el Greco lo intento, hizo un esfuerzo para decir….

-Hola-

Si, había sido corto pero no se podía esperar mucho, sus grandes agregados solían ser filosóficos, y no haría tal cosa ya que lo que menos quería era espantar a Francis, meno si le brindaría el almuerzo (XD).

-Acompáñanos~- pidió a Canadá, mirando de nuevo a los felinos a su alrededor.

El francés dedicó un agradable saludo a Canadá, al que este contestó con una simple sonrisa y un achuchón a su oso, haciendo que los mofletes del peluche y los de este, quedaran apetrujados.

Dedicó otra sonrisa a Grecia, que al igual que él, era de pocas palabras, si no contaran con el francés, la situación podría ser algo cómica, uno hablando con un peluche, y otro rodeado de gatos.

¿Una invitación a comer? Canadá tenía hambre, quería algo dulce, ¿habría caramelos de limón donde fuesen a comer? Una sonrisa incosciente se dibujó en su rostro al pensar en tal manjar para él; aunque pensandolo bien, le apetecía algo de pasta, ¿podrían ir a hacer una visita a Italia para que les diese pasta?

- ¡Vamos! - Dijo Canadá sonriendo y subiendo a su oso sobre sus hombros mientras daba brinquitos. Estaba hambriento, y era comida, ¡COMIDA GRATIS! No tenía dudas de que la hospitalidad del francés era única.

Observó curioso el saludo de Canadá y Grecia. Se fijó en Kumajiro... ¿Le
dejarían entran? ¿Se tendría que quedar con los gatos? ¿Se llevaría
bien con los gatos? Descartó esa posibilidad rápidamente puesto que la user de Canadá odia a los gatos un oso y gatos juntos juntos.
Miró a Heracles, luego a Canadá, a Kumajiro-san y por último al gato que le había arañado y preguntó a los cuatro:
-¿Qué queréis comer? A mi me da igual. Solo pido que no comamos $%$!- (comida inglesa que no pronunciaré si no deseáis la muerte xDDD)
El gato le bufó. Sintió un escalofrío.
Como sabía que sería una respuesta tardía, comenzo a tocarse su
magnífica melena mientras cantaba una canción de Edith Piaf. Un aura de
flores le envolvió y esperó en su mundo a recibir alguna clase de
respuesta.

El canadiense le regalo una cálida sonrisa al greco, este no la devolvió pero, no es que le molestara, simplemente a veces carecía de expresiones faciales y sabia que canada odiaba a los gatos D:<. Volvió la mirada a Francia; que les miraba a los cuatro (contando al gato xD). Miro al rubio canadiense, como si esperara que él respondiera primero. Como no paso tal cosa volvió a hacer el esfuerzo, se lo pensó, como siempre sin apuro.

-Yo quiero Baklava…-volvió a mirar a Francia, y fue entonces cuando noto que un aura de rosas y “amor” rodeaba a Francis. Las cejas del greco, sufrieron un leve, muy leve tic al mirarle. Volvió la vista al gato.

-y..¿Atún?- interrogo al felino que había rasguñado al francés; como si fueran a responderle, que cosa~. Ahora esperaría por Canadá, se estaba pensando como matar al antigatos algún restaurante donde pudieran ir, y que quizá, le permitieran la entrada a los animales - -¡

Escuchó la pregunta del frances sobre la comida, y tuvo que pensar seriamente, el greco quería Baklava, pero ¿qué querría él? Por un momento desconecto de todo pensamiento como si no estuviese con nadie, como si el mundo careciera de sentido para él y todo se centrara en sus pensamientos.
La imagen de sus acompañantes y su entorno se fundió en un cuadro, que fue alejándose dejandole a él, menos translúcido de lo habitual y con los ojos entrecerrados pensando en que comer.

- Pensemos. - Dijo el canadiense a su osito.
- Tengo hambre, y es comida gratis, podríamos comer mucho por la cara. - Comentó el oso.
- ¡Pero Francia es bueno! - Dijo Canadá mirando al francés, al que se veía feliz e iluminado por un fodo primaveral lleno de flores.
- Pues habla con una persona y no con un peluche, ¡a mi que me cuentas! - Añadió el oso.

El oso tenía razón, asi que el entorno que rodeaba a Canadá volvió a su aspecto natural, y este volvio a tener la misma translucidez (?).

- Yo quiero pizza. - Digo el canadiense con una sonrisa infantil mientras volvía a abrazar a su oso. - Y de postre Puddi. - Añadió recordando el anuncio japones que había visto sobre puddis. Una melodia pegadiza y un montón de flanes gigantes bailando y comiendose con una cuchara a si mismos, apareció en la cabeza de Canadá, mientras empezaba a tararear.

Las flores eran realmente bonitas. Edith Piaf cantaba Je ne regrette rien muy, muy bien. De repente oyo: "Baklava" y unos minutos despues "Pizza y Puddi" El gato no respondió, y Kumajiro tampoco... ¡maleducados!
Estaban en un aprieto. Cada uno quería una cosa diferente... Y Kumajiro y el gato no respondían (que si me dejáis llamarle de alguna manera... bueno, que lo nombre Grecia que es el de los gatos xDDDD)
-Entonces... ¿Qué hacemos? ¿Vamos al súper, compro algo y hacemos picnic?
A Francia se le ocurrió una GRAN idea.
-¡¿Y SI HACEMOS PICNIC EN EL PARTENÓN?!
Y se volvió otra vez a su mundo de ensoñación y alegría por la genial idea que había surgido de su gran, magnífica y bella cabeza rubia donde esta vez, optó por cantar "sur le pont d'Avignon, una canción popular de su país.

Spoiler:

El pequeño Canadá parecía sumergido en pensamientos profundos y agudos, notar después que solo pensaba en que comer - -!. El Greco miro al oso con curiosidad, pero luego desvió la mirada para no incomodar al rubio mas chiquito.

Observo nuevamente a Francia, quien parecía tener una buena idea y aun conservaba el aura con rosas y pájaros cantores (¿). Escucho atento y como siempre se tomo su tiempo antes de responder.

-Es buena idea, los dioses solían alimentarse de las almas ahí… quizá nosotros corramos el mismo destino, seria...- decidió finalizar ahí, como siempre, el joven greco no tenia intención de asustarles (mentira asústense!! xD), simplemente expresó lo que la filosofía le había enseñado(¿) y hacia un esfuerzo por decir mas que “si” y “bien”.

Miro interrogante a Canadá, con la canción de Francia de fondo en la escena. Espero una respuesta, y el gato sin quedarse atrás hacia lo mismo mirando con ojos cristalinos al Canadiense(?).

Canadá estaba alegre por la idea que el francés había dado, hasta que recordó una extraña situación que el pobre había vivido hacia un tiempo y que tuvo una conclusión muy aguda: una de las cosas que sacaba más de quicio al canadiense eran "las cajeras de los supermercados". No las aguantaba. Cada vez que salía a comprar tenía que tomarse cinco tilas, ¡dios mio, ese dia no llevaba ninguna encima! ¡Que prisa tenían las jodidas! ¡Con qué velocidad pasaban su compra por la banda magnética, que siempre terminaba mezclandose con la de la persona que va delante!

La mente de Canadá se iluminó formando un recuerdo no muy antiguo:
"Aquel día le tocó delante una señora de unos... noventa años. Detrás un chino. La cajera era Fernando Alonso. Pasó rápidamente la compra de la anciana. Mientras la señora buscaba el dinero en su monedero, también empezó a pasar la de Canadá. Pero es que cuando la señora empezó a meter su compra en las bolsas, la cajera también pasaba la del chino. La señora no daba más de si. Canadá intentaba coger una bolsa por encima de ella, ¡se lió la de Dios! Canadá metía las cosas a ciegas. La señora, la pobre, hacía lo que podía. Y el chino ya había pagado."

¡Así salió la cosa. Llegó a casa estresado, con un montón de cosas que no había comprado: compresas, pienso para gatos, carmín rojo, carne de perro y xi xi sna. Pero lo peor, es que a Canadá el faltaba la compra para su hermano, una botella de tequila, un martillo y doce preservativos (si, al pobre Canadá le tienen de chacha).

Volvió de su recuerdo a la conversación, pero sin darse cuenta, nombro parte de su conversación.

- ¡Dios mio! Espero que los tenga el chino y no la señora. A ver si se va a hacer una infusión. - Dijo el canadiense preocupado.

Tras darse cuenta de que aquello lo había dicho en voz alta, penso que todavía tenía aquellos productos en casa, no usaba compresas, le daban asco los gatos, y no sabe que es el xi xi sna. Se tapó la boca por haber dicho aquello en alto y sonrió.

- Me parece buena idea, tengo hambre. - Comentó frotandose la tripa.

En resumen, a Canadá le encantaría conocer a una cajera de super mercado para decirla que dejase el crack o lo que esté tomando. O quizá que le contase eso que ellas saben que no quieren decirnos, ¡tal vez vienen el Armagendon!

Dos cosas resonaron en la mente de Francis Bonnefoy: Que los dioses se alimentasen de su alma y señoras haciendose infusiones. Le invadió el pánico. ¿Las señoras eran dioses que se alimentaban de su alma? ¿De su perfecta y maravillosa alma? AH, eso no podía permitirlo, era demasiado guapo y joven para morir. Solo llevaba unos pocos siglos en este mundo y una señora no se podía hacer una infusión con su alma. ¡¡Aún no le habían llamado para posar en Playboy!!
Su aura de flores se había transformado en una negra y pesada. Miró a los dos países que le acompañaban.

- Esto... ¿Las señoras... que... se comen nuestras almas....? ¿En el Partenón? Mejor... vayamos al super y buscamos otro lado, si, mejor otro lado. No quiero morir aún... ¿Me acompañáis? ¿Donde hay un supermercado cerca, mon ami?- Preguntó a Heracles- ¿Nos llevas?

Spoiler:

Una ves mas el Canadiense se había perdido es sus pensamientos propios, la sorpresa de Grecia al ver que, al fin cuando reacciono Canadá, sus palabras no eran exactamente coherentes. ¿infusión?. Heracles ladeo un poco la cabeza observando al joven rubio con estupefacción. Volvió la mirada a Francis que parecía aun mas ido, le interrogo pero el griego se formulaba interrogantes como: ¿señoras? ¿Chino? …

¿Se había perdido de algo?

-Tranquilo Francis…- pidió sonriendo levemente al rubio y volvió la mirada a Canadá.

-Claro…- contesto al francés, encaminándose esperando a que le siguiesen los cinco (contando al oso y al gato xD) luego de una breve caminata, se llegaron a un súper mercado, el Griego siguio caminando hasta llegar a las puertas “inteligente” del súper(¿) que se abrieron solas y les permitieron pasar; dio paso al interior; y no fue mucho lo que tardo un bedel en exigirle que por favor dejara al gato a fuera, con todo dolor, y aflicción, su alma destrozada y ojos llorosos le señalo al gato la salida, este se retiro con ojitos grandes y cristalinos; una melodía dramática de fondo se escucho entonces. ¿la habrían colocado en el súper? Como fuera. El griego dio vuelta y se dispuso a seguir a Francia en su compra.

Spoiler:

-¿Qué necesitaras para preparar los aperitivos?- pregunto con un aura morada tras él; le dolió despegarse del felino ¡no era justo! ¿por que los osos si podían entrar?! D:

Spoiler:

Canadá seguía en su mundo de fantasía y color, como Alicia en el país de las maravillas, era Canadá en el super de las maravillas. Empezó a mirar asombrado como la puerta se abría, ¡era magia! O quizá hubiese unos hombres con cuerdas que tiraban de cada una de las puertas.

Cuando nada podía ser mejor, obligaron al sucio ser que acompañaba a Grecia a salir fuera del super, ¡aquello era el paraiso! ¡Un lugar donde echaban a los gatos! Una nube de amor y felicidad invadió a Canadá, que se acercó hasta el estante del chocolate, cogió una tableta y la abrazo entre su oso, su pecho, y... el aire.

- Chocochocolaaaaaate - Dijo Canadá enamorado.

Observó la situación:

Por un lado Grecia triste, desconsolado. Sintió unas ganas enormes de abrazarle y consolarle, decirle "tranquilo, tranquilo, el gatito se quedará fuera y no se irá, venga, venga, yo te compro algun chocolate con forma de gatito, vale?" Pero supo que era mejor no hacerlo.

Por otro lado estaba Canadá completamente feliz, alegre. Con él sintió un escalofrío, a pesar de irse a un mundo de rosa no se podía dejar de apreciar en su mirada un aire un poco... ¿Siniestro? Seguro que pensaba en algo en el que el gatete de Heracles no salía muy bien parado. No pensó en decirle nada, le daba miedo.

Pasaron a dentro del super y oyó como el griego, aún triste, preguntaba que qué iban a necesitar:
-Bueno, yo no sé como se hace el Blakava y para lo de Matt solo hay que comprar una pizza... Pero... va a ser un poco lío si cada uno comemos una cosa diferente, será mejor que compre algunas cosas para que prepare aperitivos, así que dejadme hacer a mi, ¿Vale?

Y se adelantó dando saltitos hacia la zona donde estaban las cosas que el necesitaba, no sin antes darse cuenta de la alegría de Canadá al encontrarse con una tableta de chocolate, la cual la metió en la cesta de la compra alegremente antes de empezar a mostrar su fachada de chef sexy...

Y su gato había quedado afuera, miro neutral a Canadá, ya algo de él le daba mala espina ¡¿Qué ser odiaba a los gatos?! Y ¡¿Por qué?!. Como fuera Grecia le ignoraría siempre y cuando no lanzara alguna injuria o acción violenta en contra de los peludos animalitos que tanto amaba, mantendría su paz habitual (¿).

Francia, aclaro que comprar para preparar aperitivos distintos seria un desastre (y un gasto enorme de dinero XD) por lo que asentó con la cabeza y siguió al francés. En el camino, no pudo evitar fijarse en Canadá nuevamente, que parecía enamorado de una barra de chocolate ¡Tan tierno como gato! Pero parecía odiarlos así que el pensamientos e corto ahí.
Se dio vuelta y lanzo una mirada asesina al bedel; el cual se asusto y retrocedió hasta desaparecer de la vista del greco. No pudo evitar ver la famosa comida para gatos, antes de lo que se pudiera decir “Heracles”(¿) ya Grecia había depositado el paquete en la canasta que llevaba Francia (que lo pagara xD she!) con la tranquilidad de siempre.

En cuanto al canadiense, le mantenía la vista encima, un mínimo movimiento en contra de los felinos, y Canadá desapareceria del mapa (¿).

Canadá estaba tenso, tas su romance con la tableta de chocolate, Francia se la llevó para comprarla ¡un punto para France, France! Notaba los ojos de Grecia clavados en su translúcida cabeza, y un escalofrío le recorrió todo su fantasmal cuerpo de modelo de bañadores infantiles. Era como sentirse obsrvado por un gato con sus garras afiladas y pelo que causaba alergia, ¡los gatos serían la causa de la guerra!

Se colocó el pelo con un movimiento de cabeza intentando imitar al frances, pero terminó mareado y casi chocando contra el estante de huevos. Consiguió frenar cuando su nariz estaba a escasos centímetors del estante, y se sintió más alegre que nunca, olvidando al greco, ¡Canadá se sentía como un ninja!

Se acercó al estante de pasta y pizza, ¡como añoraba las comidas de Italia! Debería pasarse a hacer una visita lucrativa, con un único fin, comer pasta. Cogió una pizza cuatro quesos, procurando no coger nada con carne a no ser que fuera carne de gato ¡se la echaría al greco en su comida, y luego se lo diría para que se sintiera mal por comer gato!

- Esto - Dijo entregandole la pizza a Francia y sonriendo de oreja a oreja. Ya solo le faltaba el puddi.

Mientras miraba Foie Gras para hacer unos aperitivos, noto como su bolsa comenzaba a pesar mas. Se giró y observó una bolsa de comida de gato de 1 kg... Heracles... Bueno, el gato también contaba, así que sería su comida ¿No? No creía que el griego comiese comida de gato... ¿No? ¿No?
Se decidió por uno de precio medio que no parecía tener mal sabor, fue a dejarlo en la bolsa pero se dio cuenta de que Matt le estaba enseñando una pizza... Claro, el quería comer pizza, y cuando Francis sugirió comprar algo para los tres, no debió haberle escuchado.
- ¿No has oído lo qu he dicho antes? Hombre, a mi no me importa comer pizza, ya dije que me daba igual. Pero... bueno, pregúntale a él y a su gato...- Dijo señalándo a Grecia.
De repente sintió que quizás estaría a punto de provocar una catástrofe, pero... Tampoco le importaba demasiado. Él iba a cocinar y lo que hicieran para "entretenerse" mientras estaba manos a la obra no era de su incumbencia, aunque sería un poco desagradable comer con sangre y sesos por todos los lados. Únicamente esperaba que no hubiese demasiada sangre, le daba un poco de grimilla.